ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Situada en el centro urbano de Soria, extramuros de la vieja ciudad medieval, la ermita de la Soledad se alza en la parte baja de la Alameda de Cervantes.
Pequeña ermita, casi minúscula, con el regusto aldeano de tantas ermitas de Castilla la Vieja levantadas para la memoria de una fe. Hoy se titula de la Soledad de la Virgen, teniendo tradición de Humilladero en sus orígenes, y de éste procede el nombre del Cristo marfileño del siglo XVI que se encuentra en su interior, de gran tamaño, atribuido a Juan de Juni o persona próxima a él. La práctica totalidad de la fábrica de la ermita data del siglo XVI, siendo promotores de su construcción la entonces poderosa familia de los Condes de Gómara.
Arquitectura
La majestad del pórtico, con tres soberbios arcos de medio punto apoyados sobre cuatro pilastrones, es debida al ambicioso proyecto de ampliación del oratorio del Humilladero que acarició la poderosa familia de los Ríos, condes de Gómara y señores de la villa de Almenar. Al primitivo Humilladero se le antepuso una nave de bóveda ojival para cuyo testero trajeron los Ríos el Santo Sepulcro y la Virgen de las Angustias. Tiene ábside pentagonal y pequeñas capillas laterales. Del siglo XVIII es el campanil que corona su portada, en cuyo dintel se halla labrado el escudo de la antigua Cofradía de la Vera Cruz y que actualmente se corresponde con el emblema de la Cofradía del Santo Entierro de Cristo. En el interior se encuentran dos grandes escudos también en piedra de la noble familia promotora del templo. En la capilla mayor -o de la Virgen-, en el suelo, pueden contemplarse losas funerarias con inscripciones sepulcrales.
El Cristo del Humilladero queda en un pequeño retablo en una capilla traslateral, en cuyo fondo se puede observar una pintura del pueblo soriano de Calatañazor con sus murallas y el Campo de la Sangre, en el que tuvo lugar la derrota del moro Almanzor. Las losas del atrio de la ermita hacen de fosa común a los reos ajusticiados en la ciudad desde el siglo XVI.
Virgen de la Soledad
La imagen de la Virgen es una imagen de vestir del siglo XVI que únicamente tiene tallados el rostro y las manos. En el halda –su regazo- la primitiva Virgen de las Angustias sostiene el cuerpo de su Hijo muerto, descendido ya de la Cruz, mirándole con un gesto de dolor profundo. La imagen, tanto en su advocación de las Angustias como en la de la Soledad, luce delantal blanco y manto negro. El gesto de la Virgen mostrando a su hijo muerto, recién descendido de la Cruz, es de ternura y de angustia, de amor y dolor potentísimo y agudo ante el sufrimiento cruento de su Divino Hijo.
Estos rasgos tan acusados de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad permiten afirmar que se trata de una escultura del siglo XVI o más antigua, de autor notable, muy influenciado por el ambiente espiritual de Castilla y, si es del siglo XVI, muy influenciada por la escultura de los talleres castellanos. No se olvide que Juan de Juni conocía Soria y prefería para sus trabajos la madera de nuestros pinares.
Santo Cristo del Humilladero
Se llama así al Santo Cristo de la Soledad, porque humilladero es un lugar devoto que hay a la entrada de los pueblos con alguna cruz o imagen. Son los llamados lugares sagrados suburbanos para dar gracias a Dios al término de los viajes o pedir la protección divina al iniciarlos. La ermita del humilladero es la parte más antigua de la actual ermita de la Virgen de la Soledad. Esta imagen de Jesucristo es la más hermosa de cuantas hay en Soria; pero hermosa no solo por la escultura en sí, que es, como todas las tallas del siglo XVI de los talleres castellanos, de una confección anatómica singular, sino por la viva y realísima expresión de dolor de Nuestro Señor. Parece recién crucificado y que al contemplar este Santo Cristo, con la boca abierta se ve la lengua seca pegada al paladar, después del horrible martirio de la crucifixión; sangrante aún la cabeza por las punzadas de la corona de espinas, chorreante todavía la sangre de la lanzada de Longinos que se va recogiendo en la cintura, entre los pliegues del sudario. Descendido de la Cruz y puesto en manos y sobre las rodillas de la Dolorosa el cristiano puede continuar la escena ante el altar de la Virgen de la Soledad.
Cristo Yacente
En el interior de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, además de las dos tallas anteriores de la Virgen y el Santo Cristo, se encuentran otras tallas de menor importancia. Entre ellas destaca el Cristo Yacente que los condes de Gómara trajeron del Royal de Arriba junto con la imagen de la Virgen en el siglo XVI. Conocido y nombrado por los documentos como El Sepulcro, se encuentra situado en el altar de la capilla de la Virgen, en un espacio propio a los pies de ésta.
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